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LA TECLA CON CAFÉ

Matando al elefante africano

Matando al elefante africano

 

8:30:37 a.m.

El comercio ilegal de marfil crece y cada año se matan más de 30.000 elefantes. Gobiernos toman acción. 

El elefante no tenía la cara y su tronco estaba destrozado, pero sus patas temblaban aún. Le habían arrancado los colmillos. 

Cuando escuchó los disparos, Darren Potgieter, médico de Wildlife Conservation Society, tomó el helicóptero en la reserva Niassa al norte de Mozambique y comenzó la búsqueda. Lo que vio nunca lo olvidará. Para ahorrar balas los cazadores disparan al elefante, luego cortan su cara con machetes y toman el marfil. 

Potgieter permaneció allí hasta que el macho murió. 

En menos de 50 minutos 64 elefantes fueron muertos por contrabandistas de marfil, la amenaza número uno de este icónico animal, el más grande que pisa hoy la tierra. 

La historia, contada por el semanario chino Southern Weekend (el de mayor tiraje) que envió durante 11 días a su periodista Yuan Duanduan a reportar la cacería de elefantes por distintos países, es una más en la aterradora y alocada carrera que tiene estos animales al borde de la extinción. 

China es hoy el principal mercado del marfil que activó la cacería sin piedad luego de una relativa calma en los años 90. Pero no es el único: fuerzas insurgentes como el grupo somalí al-Shabaab se financian con este comercio, que mereció reunión urgente de líderes mundiales la semana pasada para prohibir de manera tajante el tráfico de marfil mediante la Declaración de Londres firmada por 41 países. 

Las cifras 

Unos pocos números muestran la tragedia del elefante africano. Las cifras de la Liga de Acción por los Elefantes (EAL), recuerdan que hacia los 1600 los elefantes desaparecieron del norte de África. A comienzos del siglo 19 su población de estimaba en 27 millones, de los que quedaban 5 millones al despuntar el siglo 21. En 1981 había cerca de 1.300.000 y hoy se calcula que viven menos de 420.000. 

En Tanzania, que almacena el mayor número de colmillos en el mundo, 90 toneladas métricas, cada día son muertos 30 elefantes por las bandas de traficantes. 

No es solo allí. En el norte de Camerún fueron muertos casi 500 elefantes entre enero y febrero de 2012. En Sierra Leona no queda ninguno y en la República Democrática del Congo 22 fueron masacrados en el Parque Nacional Garamba en solo 48 horas y sus colmillos enviados al sur de Sudán y Uganda, uno de los caminos del marfil hacia Asia. 

Una persecución que no es de ahora. El elefante es uno de los animales más explotados en la historia de la humanidad y quizás ningún otro producto natural como el marfil influyó tanto en el devenir de un continente. Fue buscado por indios, romanos, persas, árabes, chinos, españoles, británicos y portugueses, financiando la colonización de África y la esclavitud de los siglos 18 y 19. 

Se estima que cada año se matan unos 36.000, entre el 8 y el 10 por ciento de la población que queda. Así sería cuestión de 10 años su extinción. 

Un estudio de Fiona Underwood y Robert Burn de la Universidad de Reading en el Reino Unido sugiere que entre 2007 y 2011 el tráfico de marfil se duplicó. 

Ese comercio representa cerca de 20.000 millones de dólares anuales en un mercado que, en su orden, se reparten China-Hong-Kong, Estados Unidos, Tailandia, Egipto y Alemania. 

Su valor 

En África machos y hembras son perseguidos por igual. En Asia, donde también la persecución es incansable, los machos. Las hembras no tienen colmillos. 

La sociedad de elefantes es matriarcal. Las hembras viven juntas con sus crías. Los lazos son estrechos. Su memoria es prodigiosa y le vale para recordar las fuentes de agua y alimento en tiempo de sequía. 

A medida que las hembras son cazadas, una generación de jóvenes y bebés queda a la deriva, con consecuencias serias para su supervivencia. 

El elefante es clave en su entorno ecológico. Y lo ha sido desde que tiene su forma actual hace cerca de 5 millones de años, cuando apenas existían algunas formas prehomínidas. No solo dispersa semillas a varios kilómetros para el florecimiento del importante bosque africano, sino que construye estanques que benefician otros animales. 

Para los científicos, junto a delfines y chimpancés, son de los animales más avanzados cognitivamente exhibiendo conductas propias de los humanos como altruismo, cooperación, pena y aprendizaje, fuera de empatía. 

Un estudio revelado esta semana por Josh Plotnik de la Universidad de Cambridge, reveló cómo los elefantes asiáticos se consuelan cuando sienten ansiedad y tribulación. 

La protección 

Una prohibición mundial para el comercio de marfil se ha desvanecido. En 1989 el mundo conoció la tragedia y prohibió ese comercio. 

Una moratoria solicitada años después por China para adquirir el marfil en stock disparó la caza y abrió los ojos a una emergente clase media china que, como expusiera Duanduan, no sabe que la extracción del marfil requiere matar al elefante. 

Fue la exsecretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton la que lanzó un plan de US $80 millones para combatir un tráfico de marfil «que tiene serias implicaciones para la seguridad y prosperidad de personas de todo el mundo». 

A la Declaración de Londres por la cual países como Tanzania, Gabón, Kenya, el Reino Unido, Alemania, China y Estados Unidos se comprometieron a endurecer la legislación contra lo que llamaron un crimen serio, se sumó el respaldo del presidente Barack Obama quien elevó el tráfico ilegal de marfil como tema prioritario para una docena de agencias federales. 

La caza ilegal y el tráfico silvestre es el cuarto crimen transnacional más grande, que alimenta organizaciones criminales. 

Las bandas utilizan helicópteros, poderosas armas como fusiles AK 47, GPS y otros dispositivos para cometer sus crímenes. 

«Esto es una guerra», dijo al semanario chino Justino Carlos Davane, un oficial de protección en Niassa a cargo de unos 70 guardas, insuficientes frente a la amenaza y las grandes reservas: 40.000 kilómetros cuadrados en los que en 2012 fueron muertos 3.000 elefantes. 

En el Parque Nacional Zhaku Ma en Chad, los oficiales patrullan a caballo y, aunque están entrenados, docenas han sido asesinados por los cazaelefantes. 

Es que el negocio es lucrativo. Andrea Crosta, de la EAL en California, informa que aquella fuerza somalí embarca cada mes cerca de 3 toneladas de marfil, que vende a US $200 el kilo, US $600.000. 

En algunos mercados asiáticos el precio del kilo se ha disparado hasta 1.500 dólares. 

El marfil somalí es embarcado hacia México en grandes buques que también visitan Arabia, China e Irán. 

El tráfico es alentado por falta de normatividad y la debilidad institucional de no pocos países africanos. 

Davyth Stewart, investigador de tráfico ilegal para la Interpol en Francia, dijo en el encuentro de la Zoological Society en Londres que sesionó a la par que la cumbre de líderes que dos hombres capturados en Irlanda con US$600.000 producto de la venta de cuernos de rinoceronte (otro animal perseguido) fueron multados con 500 euros. 

En países africanos los turistas chinos cruzan las fronteras en África sobornando oficiales de aduanas, aunque en promedio dos son capturados cada día por transportar marfil según el reporte Traffic del comercio de fauna y flora. 

Solo en agosto de 2013 se impuso una pena a una mujer china arrestada en el aeropuerto de Nairobi, Kenya, con unas piezas de marfil. Lo que antes se castigaba con una multa, ante la protesta de más de 30 grupos ambientalistas fue condenada a 31 meses de prisión. 

Aunque los grandes decomisos como las 11,8 toneladas realizados por la aduana de Xiamen en noviembre pasado llaman la atención de la prensa, el 70 por ciento de las transacciones está representado en pequeñas transacciones de marfil trabajado de menos de 10 kilos de peso, según Underwood y Burn. 

El tiempo apremia. Durante la entrevista de Duanduan con el oficial en Mozambique tres disparos se escucharon unos 10 metros más allá de la ribera del río. «Debe ser otro elefante», dijo Justino. 

En noviembre 3, autoridades de Tanzania descubrieron 700 colmillos en un sitio de residencia de un chino. El marfil pesaba 1.700 kilos. 

Es el nuevo oro y como este bañado en sangre, la sangre de los inocentes elefantes.

(Fuente: elcolombiano )

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