«Legacy of ashes» y las acciones de la CIA contra Cuba
30/03/2011 10:41:14
Por Iroel Sánchez
Tim Weiner es reportero de The New York Times, galardonado con el Premio Pulitzer. Weiner es el autor de Legacy of ashes, un libro que ganó el National Book Award de no ficción y que The Wall Street Journal calificó como «…el mejor libro que se haya escrito nunca sobre espionaje.»
Se trata de una «Historia de la CIA», desde su fundación hasta los días de George W. Bush. El libro recoge cómo, a partir de 1959, Cuba pasa a convertirse en un objetivo central de las acciones de la Agencia. Según cuenta Weyner, el 8 de enero de 1960, Allen Dulles, director de la CIA, le encargó a Richard Bissell —jefe de operaciones clandestinas— la organización de una fuerza operativa especial encargada de «derrocar a Castro».
Esta decisión respondía a un memorando de Bissell, fechado el 11 de diciembre de 1959, donde sugería «considerar detenidamente la eliminación de Fidel Castro». La propuesta fue sometida al más alto nivel del gobierno norteamericano, así lo relata el galardonado investigador:
Dulles y Bissell presentaron sus planes a Eisenhower y Nixon en una reunión a cuatro bandas celebrada en la Casa Blanca a las dos y media de la tarde del 17 de marzo de 1960. No proponían invadir la isla; en lugar de ello, le dijeron a Eisenhower que podían derrocar a Castro mediante un sencillo truco.
Crearían una oposición cubana responsable, atractiva y unificada dirigida por agentes reclutados. Una emisora de radio clandestina emitiría propaganda a La Habana con el fin de desatar una revuelta. Los agentes de la CIA destacados en el campo de entrenamiento guerrillero que el ejército estadounidense tenía en la selva de Panamá adiestrarían a seis cubanos para que se infiltraran en la isla. Luego la CIA les arrojaría armas y municiones.
«Fidel —prometió Bissell— caería seis u ocho meses después. La elección del momento era tremendamente importante, ya que faltaban siete meses y medio para que se celebraran las elecciones en Estados Unidos.»
Tanto Dulles como Bissell abandonaron la CIA tras el sonoro fracaso de Playa Girón, aunque valdría la pena un intento de sintetizar aquella estrategia:
- Oposición cubana responsable, atractiva y unificada dirigida por agentes reclutados
- Emitir propaganda hacia Cuba con el fin de desatar una revuelta
- Acciones armadas ejecutadas por cubanos
A pesar de su vigencia, no hay que ser muy ducho para percatarse de que falta en la lista la campaña mediática, pero en la misma página del libro hay una anécdota que pudiera ser reveladora. Al relatar las desavenencias entre Bissell, y su segundo, Richard Helms, Weyner refiere que semanas antes de la reunión en la Casa Blanca, ambos evaluaron emplear contra Cuba un «truco propagandístico» conocido como El cubano empapado: «un agente cubano, entrenado por la CIA, aparecería en la costa de Estambul afirmando ser un preso político que acababa de escapar a nado de un barco soviético. Proclamaría que Castro estaba esclavizando a miles de compatriotas y enviándolos a Siberia». Según el autor, los enfrentamientos entre Bissell y Helms impidieron ejecutar aquella idea. Sin embargo, desde entonces, prácticamente no pasa un día sin que algún cubano empapado aparezca en los medios, alimentando la propaganda contra la Isla.
De tanto alentar y pagar la invención de «Castro esclavizando a miles de compatriotas» la CIA y el gobierno estadounidense han terminado creyéndosela ellos mismos. Como la serpiente que muerde su cola y termina bajo el efecto de su propio veneno. Sólo eso puede explicar que transcurridos no seis u ocho meses, sino cinco décadas, continúen repitiendo la fallida estrategia de Dulles y Bissell, con la única diferencia de que el cubano empapado ahora también miente por la web.
(Fuente: La pupila insomne)
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