Blogia
LA TECLA CON CAFÉ

Ganó mi esposo: la adicción sexual no es una enfermedad, pero...

Ganó mi esposo: la adicción sexual no es una enfermedad, pero...

 

26/01/2011 13:33:35

Por Mercedes Rodríguez García.

Hay veces que temo la relación de de mi esposo con un amigo de quien, según me han contado, padece de adicción sexual. Mi marido se cae al piso negándolo, diciéndome que yo veo infidelidad por todas partes, pero que en el hombre «eso es normal», que en todo caso hay que compadecerse porque se trata de una enfermedad, que no es contagiosa.

Pues mira, le sugiero que vaya a someterse a un tratamiento médico. Y eso de que no es contagiosa, resulta relativo, pues a quien mal árbol se arrima, mala sombra lo cobija, le respondo parafraseando el refrán popular.

Pero lo hago para no darme por vencida  ante «el riesgo del contagio psicológico», pues es un hecho que las clínicas para tratar este «trastorno» existen. Y también, que en países como EE.UU. y el Reino Unido varios miles de individuos —principalmente hombres—, gastan enormes sumas de dinero en estos centros de tratamiento.

En Inglaterra, se cree que una de las principales clínicas privadas para tratar adicciones, la Priory, cobra alrededor de US$25.000 por un tratamiento con internamiento de 28 días.

Y sigo recitándole lo leído: Por ejemplo, está el Centro de Rehabilitación de Adicciones de Pine Grove, en Mississippi, uno de los mayores complejos de tratamiento para trastornos psiquiátricos y dicciones de EE.UU.

«Pero mi amor, mi amigo no tiene donde caerse muerto», trata de explicarme riéndose a carcajadas. Además,  no creo que pueda viajar, y mucho menos costearse el largo proceso de transformación, al que según tú, fue sometido por primera vez, allá por los años ’90 fue sometido el actor Michael Douglas».

Y más recientemente, el cómico y locutor británico Russell Brand admitió en su autobiografía haber tenido relaciones sexuales con «innumerables» mujeres, incluidas prostitutas, y haberse sometido a un tratamiento para su adicción sexual.

«Pero no es el caso, mi amigo es un simple chofer…», continúa mi esposo en su empeño persuasivo.

¿Y David Duchovny, el ex protagonista de la serie de televisión «Expedientes X»? Admitió en 2008 haber sido internado «de forma voluntaria en un centro de tratamiento para adicción sexual».

«Estas confundida, amor mío, mi amigo no es ningún adicto, simplemente le gustan demasiado las mujeres, es divorciado y relativamente joven. ¿Por qué no lo va hacer?», me reprocha.

«Pues sí», le manifiesto de forma categórica. Su conducta está fuera de control, sabe las consecuencias y lo sigue haciendo, lleva a cabo actividades peligrosas o de alto riesgo de forma persistente, según tú mismo, usa fantasías sexuales para enfrentar situaciones difíciles, cada vez requiere de más actividad sexual, experimentar cambios intensos de ánimo, pasar cada vez más tiempo pensando y planeando actividades sexuales, descuidar otras ocupaciones por la actividad sexual… Así que te quiero bien lejos de él, por si acaso…»

Y ante mis argumentos, como el que no quiere ver ni oír porque no le conviene, se defiende a ultranza con una interrogante que me obliga a buscar información al respecto: « ¿La adicción sexual es un trastorno real?»

Pues sí, para muchos expertos sigue siendo muy difícil tomar con seriedad el término.

Hasta ahora la adicción sexual no ha sido reconocida como un trastorno en la «biblia» de los psiquiatras en muchos países del mundo: el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM), publicado por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense.

El DSM no considera que la adicción sexual es una «compulsión», porque una compulsión, dice el manual, no es algo que brinde placer a una persona.

«Para quienes lo sufren y para sus parejas, sin embargo, la adicción sexual puede ser devastadora, seguro que por ello tu amigo de mi esposo se ha casado y divorciado un montón de veces».

«No ha tenido suerte, eso es todo», vuelve a justificarlo.

«Estas obnubilado, —le insisto—lo de tu amigo yace fuera de control. Yo no sé si ve pornografía porque en Cuba es perseguida y condenada, si se masturba, si visita a mujerzuelas  o jineteras, que todavía quedan regadas por ahí.  Pero no sería extraño, porque la mayoría de este tipo de persona se siente obligado a involucrarse en esas cosas, a pesar de los problemas que pueda causar en su relación…»

«Te repito que no es el caso, no coincide con esas personas que tú dices se hacen adictas a tales sustancias en el acto sexual …»

Efectivamente, mi marido me ganó la pelea: la adicción sexual no es reconocida como una enfermedad.

Pero yo me sumo a los cálculos «conservadores» que citan entre 3% y 6% de la población experimenta adicción sexual, a los expertos, que  creen que el número real es mucho más alto porque el adicto sexual no suele pedir ayuda.

Por si acaso, le dices lo que pienso, que interiorice, y si necesita ayuda, que venga a verme, a ver qué sucede. Y permanece vigilante, ¡no vaya a ser que trate de seducirme!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

0 comentarios