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LA TECLA CON CAFÉ

¿Por qué la política norteamericana y la sociedad están a punto de cambiar para mal? (I)

¿Por qué la política norteamericana y la sociedad están a punto de cambiar para mal? (I)

12/01/2011 4:25:36

(Traducción: Jairo Echeverri García, Coordinador editorial, FNPI) 

En el ensayo «Adiós a la era de los periódicos (se inicia una nueva era de corrupción)», del profesor Paul Starr*, podemos encontrar la respuesta. Originalmente publicado en la revista The New Republic el 4 de marzo de 2009. Gracias a la autorización de su autor, la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) publica la versión en español de este análisis sobre la actualidad de la prensa norteamericana.

Hemos tomado a la prensa escrita como algo garantizado. Ha sido una parte tan integral de la vida diaria en Norteamérica, tan central en asuntos políticos, la cultura y los negocios, y tan poderosa y rentable por derecho propio, que es fácil olvidar cuan extraordinaria invención histórica es. Los bienes públicos son notoriamente producidos por debajo del nivel de demanda en el mercado, y las noticias son un bien público.

Aun así, desde mediados del siglo XIX, la prensa escrita ha producido noticias en abundancia, a un bajo precio para los lectores y sin necesidad de subsidios directos. Más que cualquier otro medio, la prensa escrita ha servido como sistema de alarma ciudadana, además de vigilar al Estado y controlar los abusos privados.

Es verdad que en muchas ocasiones no ha realizado esas tareas tan bien como era debido. Pero hoy lo que está en duda es si en el futuro podrá continuar cumpliendo esas funciones. Antes de la recesión económica, la industria de la prensa escrita ya afrontaba una amenaza mortal debido al surgimiento de internet, la caída de la circulación, los ingresos por publicidad y la disminución del hábito de comprar el diario.

La recesión ha intensificado estas dificultades, ocasionando una caída en picada de la cual muchos periódicos no se recuperarán y otros se levantarán tan sólo como una sombra de lo que solían ser. La devastación ya es sustancial.

El diario Los Angeles Times ha reducido su sala de redacción a la mitad y eso fue antes de que su compañía matriz, Tribune, se declarara en bancarrota. Otra empresa agobiada por la deuda, la cadena McClatchy, que incluye The Sacramento Bee, The Miami Herald y otros 28 diarios, ha despedido un 17% de su fuerza laboral en el último año. Pero las empresas altamente apalancadas no son las únicas reduciendo nómina.

En el diario más grande de New Jersey, The Star Ledger, el 45% del personal editorial aceptó negociar su salida cuando el propietario, Advance Publications, amenazó con vender el diario si las metas de recortes no se cumplían. Los diarios también están disminuyendo el número de páginas, la cobertura de noticias, varios suplementos y la entrega a domicilio de ediciones impresas.

Por toda Norteamérica, mientras los ingresos de los diarios caen en picada —a finales de 2008 las ventas de anuncios disminuyeron un 25% comparado con hace tres anos— los editores no parecen despojarse de los redactores, reporteros, y las secciones de sus diarios con la suficiente rapidez. Y hay más por venir.

De acuerdo al pronóstico de diciembre de Barclays Capital, las ganancias por publicidad disminuirán otro 17% en 2009 y 7.5% más en el 2010. Ni siquiera el New York Times escapa de la contracción masiva que se acelera en la industria. Recientemente ha visto caer sus reservas de dinero y se han profundizado sus deudas. ¿Nos debería importar?

Algunos observadores, confiados en las bendiciones de la tecnología, se rehúsan a derramar lágrimas por los tradicionales gigantes del periodismo. Se basan en que esos problemas son de su propia creación y tienen poca incidencia en el bien común.

Desde ese punto de vista, independientemente de si la prensa escrita logre adaptarse exitosamente al internet o no, continuarán surgiendo nuevas y mejores fuentes de noticias en la web y llenarán cualquier vacío que dejen los diarios. Además, hay quienes están tan enfadados con los medios de comunicación tradicionales que toman la miseria económica de la prensa como un merecido castigo. ¡Qué sufran los bastardos!

Estas reacciones no tienen en cuenta las realidades inmediatas ni todos los aspectos de la crisis que afectan a la prensa escrita. De ninguna manera es hora de jactarse con el éxito del internet, hay mucho en riesgo. Casi todos los demás medios de comunicación también se están reduciendo con la excepción de las noticias en línea. Particularmente, en los niveles metropolitanos, regionales y de estado, el crecimiento «en línea» no compensa el declive en los otros sectores.

A pesar del desarrollo de otros medios, lo cierto es que la prensa escrita ha continuado realizando verdadera reportería y produciendo la mayoría de las historias originales. Con base en estudios conducidos por el Pew Research Center´s Project for Excellence in Journalism, Tom Rosentiel, el director del proyecto, afirma que en 2006 un diario metropolitano típico publicaba 70 noticias diarias contando la sección nacional, local y de negocios (sumando las de deportes y moda serían un total aproximado de 100).

Por su parte, media hora de noticias por televisión incluía sólo de 10 a 12 noticias. Mientras la televisión local se enfoca principalmente en el crimen, los incendios y el tráfico, la prensa escrita provee la mayoría de la cobertura original de los asuntos públicos. Estudios acerca del periodismo escrito y televisivo muestran constantemente que las noticias televisivas emulan la agenda de los diarios escritos, muchas veces repitiendo las mismas noticias pero con menor profundidad.

Sin duda en internet hay abundancia de opiniones, pero hay escasez de reporteria y aún menos información sujeta a la rigurosidad investigativa o al escrutinio editorial. A excepción de agregadores de noticias como Google News —que enlaza hacia artículos de publicaciones que aún obtienen sus ganancias de los medios impresos— los nuevos portales de noticias en línea más exitosos están dirigidos a audiencias especializadas.

Hasta ahora ninguna compañía de internet ha generado los ingresos suficientes para realizar un periodismo con historias originales para el público general de la misma forma en que lo hacen los periódicos.

Sería inútil predecir si internet apoyará al periodismo de interés general de la misma forma en que lo ha hecho la prensa escrita.

La realidad es que los recursos del periodismo se están desapareciendo de los viejos medios más rápido de lo que los nuevos medios pueden desarrollarlos. Asimismo, la crisis financiera de la prensa puede agravar su crisis de legitimidad. Ya bajo el feroz ataque tanto de la derecha como de la izquierda por múltiples pecados, reales e imaginados, a la prensa se le hará aún más difícil su trabajo bajo presiones económicas.

Mientras la prensa se reduce en tiempos de dificultades económicas, Rosentiel dice, «gran parte de la vida norteamericana quedará en las sombras, nunca sabremos de qué no nos estaremos enterando». Uno de los peligros de la reducción en la cobertura de noticias es la disminución de la integridad gubernamental. Decir que la corrupción brota más fácil cuando los que tienen el poder no le temen a quedar expuestos no es una simple especulación. Cada año, el Banco Mundial publica un índice de corrupción política alrededor del planeta basado en encuestas a negociantes de cada país.

En un estudio publicado en 2003 en el The Journal of Law, Economics, and Organization, Alicia Adsera, Carles Boix y Mark Payne examinaron la relación entre la corrupción y la libre circulación de los diarios impresos por persona (una medida de tanto la circulación de noticias como de la libertad de prensa).

Teniendo en cuenta el desarrollo económico, el tipo de sistema legal y otros factores, encontraron una fuerte relación: entre menos circulación de diarios hay, mayor es el índice de corrupción. Haciendo uso de diferentes medidas, también encontraron una relación similar en los estados dentro de los Estados Unidos: entre menos circulación de noticias hay, más se incrementa la corrupción.

Otro análisis publicado en 2006, un reporte histórico de los economistas Matthew Gentzkow, Edward L. Glaeser y Claudia Goldin, sugiere que el desarrollo de una prensa orientada hacia la información puede haber sido un factor en la reducción de la corrupción gubernamental en los Estados Unidos entre la Edad Dorada y la Era Progresiva.

Dichos estudios no pueden comprobar una conexión causal o predecir los efectos de una cobertura de noticias disminuida en el futuro, y hay más motivos de preocupación. Los diarios están recortando oficinas y personal que permite al público supervisar al gobierno así como a las empresas. Algunos incluso han despedido a reporteros veteranos que han sacado a la luz los grandes escándalos.

Cuando eran financieramente fuertes, los diarios tenían más capacidad no sólo para invertir en proyectos investigativos a largo plazo, también para encarar la presión política y de las industrias cuando pretendían suprimir noticias desfavorables para ellos. Con todo y sus imperfecciones, los periódicos han sido las principales instituciones que sostienen los valores del periodismo profesional.

Es más probable que una prensa con problemas financieros se vea involucrada en problemas éticos. Mientras el nuevo ambiente digital es más abierto al «periodismo ciudadano» y a la libre expresión de opiniones, también está más abierto a la parcialidad y al periodismo comprado. En internet no se distingue claramente entre los blogs y otros portales financiados para promover un particular punto de vista y los portales de noticias operados independientemente que acatan las reglas de la reportería profesional.

Entonces el peligro no es sólo más corrupción del gobierno y las industrias, también más corrupción de parte del periodismo en sí. Estas novedades generan preguntas prácticas para cualquiera interesado en el futuro de la democracia norteamericana.


*Paul Starr es profesor de comunicaciones y asuntos públicos en el Woodrow Wilson School en la Universidad de Princeton. Su más reciente libro se titula Freedom’s Power (Editorial Basic Books).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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