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LA TECLA CON CAFÉ

La violencia armada parece insoluble en Estados Unidos

La violencia armada parece insoluble en Estados Unidos

 

5:20:43 a.m. 

A tres años de la masacre de Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, la violencia armada en Estados Unidos se mantiene como un problema insoluble por la negativa de algunos sectores a aprobar leyes que la frenen. 

El 14 de de diciembre de 2012, una veintena de niños y seis adultos murieron a manos de un pistolero que desencadenó su ira y frustración contra la Sandy Hook Elementary School, incluso contra su madre. 

La acción motivó consternación en el país, pero a la vez reavivó un debate de años sobre el control y acceso de la población a la armas, algo que polariza a los estadounidenses. 

El Congreso no fue capaz de aprobar ninguna medida pese a las apelaciones del presidente Barack Obama y los legisladores de su partido que aunaron esfuerzo contra la oposición de los republicanos que alegan adoptar una ley sería inconstitucional. 

Desde entonces los incidentes de violencia armada se extendieron por todo el país como una plaga, descontando el uso excesivo de la fuerza por la policía, principalmente contra negros y latinos. 

Según un comentario que publica el diario The New York Times muchos en el país están convencidos de la inutilidad de muchas de las medidas nacionales de control de armas que ahora se debaten. 

En el país ocurrieron 33 mil 636 muertes por armas de fuego, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en 2013, un 62 por ciento ( 21 mil 175) fueron suicidios. 

Pero ni esto puede ser frenado pues según las estadísticas, la venta de armas en Estados Unidos se duplicaron en una década de siete millones en 2002 hasta más de 15 millones en 2013. 

Todo evidencia, o así se quiere presentar, que los aspectos que impulsan el negocio de armas en el país son el terrorismo y las demandas de poner restricciones a su compra. 

El Times señaló en un reciente artículo que solo en un mes después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 se vendieron 750 mil artefactos y al mes de la elección del presidente Barack Obama 1.1 millones, pese a los esfuerzos de este y el Partido Demócrata de limitar las ventas y aprobar mayores controles sobre los compradores, esfuerzos bloqueados por los republicanos en el Congreso. 

Añadió la publicación que dos millones de armas fueron a las calles después de la reelección de Obama y el ataque mortal contra una escuela primaria en Connecticut. 

Paradójicamente, a los esfuerzos de la Casa Blanca para establecer más regulaciones y controles de antecedentes a los compradores, por lo general las ventas se dispararon al igual que los precios de las acciones de los principales fabricantes de armas, Smith & Wesson y Ruger. 

Datos federales indican que el temor a restricciones a la compra de pistolas fue el principal impulsor de los picos en la venta, superando los efectos de los fusilamientos masivos y los ataques terroristas. 

Tras la masacre de Newtown, en Connecticut, Obama pidió más restricciones, entre ellas la prohibición de rifles de asalto y de cargadores de alta capacidad, lo que motivó que muchas personas se lanzaran a comprar tales artefactos. 

Aunque que estimados indican que las compras se duplicaron, existe la preocupación de que estos se quedan cortas pues hay estados que no requieren de antecedentes para las ventas privadas y otros permiten a las personas comprar varias armas de fuego con una sola verificación de su pasado. 

Por otra lado hay estados donde las leyes son muy frágiles y los equipos bélicos adquiridos son traspasados a otras regiones donde existen fuertes limitaciones. 

Desde hace varios años, el tema de las armas en el país polariza a los estadounidenses, ya que muchos plantean que prohibir su compra o establecer fuertes chequeos de antecedentes viola sus derechos constitucionales. 

Con el tiempo, al parecer incidentes como el de Newtown o San Bernardino, en California, son desplazados por otros problemas como el terrorismo. 

Ahora las encuestas plantean, una de Gallup, que el 16 por ciento de la población sitúa al terrorismo como el problema número uno, en comparación con apenas el tres por ciento que tenía esa percepción en noviembre de 2014. 

Sin embargo, el problema de los armas es preocupante para el siete por ciento de la población, un alza de cuatro punto con relación a 2014. 

A tres años de la masacre de Newtown, el tema está presente, sin solución, y ahora la línea que lo divide de las acciones terroristas cada vez se hace más frágil. 

(Fuente: PL)

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